La lucha de los científicos

nro. 4 / 27 ene 2017
#trabajadoresenconflicto
Por Nicolás Chiarante, bioquímico, becario del Conicet.
El sector científico-tecnológico sufrió al finalizar el 2016 una dura embestida, una más contra el Estado en el primer año de gobierno macrista. La decisión de las autoridades científicas nacionales fue cortar la carrera de 500 científicos en el Conicet (principal organismo de investigación del país). La reacción de los trabajadores investigadores fue contundente y el macrismo no pudo aplicar el ajuste.


La decisión tomada por el ministro Lino Barañao, único titular de cartera que continuó tras el recambio de gobierno, echaba por tierra con el plan “Argentina Innovadora 2020” creado por él mismo en 2012, que estipulaba un crecimiento del 10% anual de la planta permanente de Conicet, como objetivo “óptimo”. En consecuencia, en 2016 deberían haber ingresado 1050 trabajadores. Para esos puestos se presentaron 1520 postulantes. Tras las evaluaciones estipuladas, alrededor de 900 recibieron recomendaciones positivas, pero el organismo efectivizó a menos de la mitad, a 400, por razones supuestamente presupuestarias. 

La movilización fue inmediata e histórica. Tras fracasar los pedidos de reunión, tras ser insuficientes los cortes de calle, los investigadores agrupados en Jóvenes Científicos Precarizados y algunos espacios de Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) decidieron ocupar pacíficamente el organismo el 14 de diciembre y cinco días más tarde el Ministerio de Ciencia, ubicado en el barrio porteño de Palermo. Un día antes de la nochebuena, tras la formidable movilización y difusión del conflicto, se logró un acuerdo que garantizó la continuidad laboral de los 500 afectados y sus líneas de investigación.

Los balances del conflicto tienen infinitas aristas, pero resulta necesario remarcar al menos tres. En primer lugar, el problema no era presupuestario, sino político, ya que el dinero terminó apareciendo. Es sencillo, el gobierno no quiere seguir invirtiendo en investigación pública. En segundo lugar, el conflicto terminó favorablemente gracias al método de lucha empleado: funcionó una asamblea permanente, a cuyo mandato respondían los representantes de los trabajadores, y se garantizó el éxito con la toma. Finalmente, el éxito estuvo asociado a que la organización de los trabajadores investigadores tuvo lugar en todos los rincones del país.

Las jornadas que vivimos son históricas. Todos toman nota de lo sucedido: por eso, ante el despido de 3 mil educadores por parte del Ministerio de Educación a fines de diciembre, el gobierno valló el edificio y reprimió a los dirigentes gremiales. Las medidas impopulares van a encontrar, como en el caso de los investigadores y educadores del país, la respuesta necesaria para ganarle la pulseada al brazo ajustador del gobierno.