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Los tratados de libre comercio (TLC) son acuerdos internacionales entre países para abrir sus fronteras en materia económica. Se trata de permitir el intercambio de mercaderías, servicios y capitales. Lo que puede sonar favorable a primera vista, pronto muestra su verdadera cara: implica desmantelar progresivamente las medidas que los países poseen para proteger su producción nacional. Esto impacta negativamente en la clase trabajadora, ya que productos importados reemplazan a los nacionales y se pierden fábricas y puestos de trabajo.
Estos acuerdos van más allá del comercio entre países e incluyen temas muy peligrosos:
- Propiedad intelectual: perdemos el derecho a usar una semilla. Para usarla deberemos pagar la patente a Monsanto. Por su parte los medicamentos serán mucho más caros que lo que sale producirlos, ya que Bayer u otra farmacéutica exigirán su patente e impedirán la producción de genéricos. Así, habrá enfermos que no podrán usar el remedio que necesitan, por su elevado precio.
- Protección de las inversiones extranjeras: Los TLC permiten a las multinacionales demandar a los gobiernos ante tribunales internacionales sin tener que pasar por los tribunales locales.
El gobierno de Mauricio Macri impulsa una agenda de liberalización similar a la del menemismo de los ´90, cuando Argentina desmanteló casi todas las medidas de regulación ante el capital transnacional y perdió miles de fábricas y puestos de trabajo. El resultado es conocido: la peor crisis de nuestra historia en 2001.
Los tratados de libre comercio, cualquiera sea su nombre (ALCA, TLC, Tratado Transpacífico, etc.), sirven para aumentar la riqueza de las grandes empresas a costa de los empleos y los derechos de los trabajadores. Provocan desocupación, flexibilización laboral y pérdida de derechos sociales. Permiten importar cosas más baratas, pero hipotecando nuestro futuro y el de nuestros hijos. Es una nueva versión del viejo refrán: “pan para hoy y hambre para mañana”.
Por estos días, si revisamos los diarios, podemos encontrar noticias de cierres de fábricas o recortes de puestos de trabajo por el incremento de las importaciones. Es una avanzada a la que los trabajadores debemos hacerle frente de forma contundente, como cuando fue el ALCA: con conciencia, organización y movilización.